Hace unos días retiraron el
busto con la efigie del rey emérito del salón de plenos del Ayuntamiento de
Barcelona y, como siempre, ha habido opiniones para todos los gustos. Pues aquí
va la mía.
Es normal que en todos los
espacios institucionales, en al menos los países a los que nos queremos
parecer, exista una representación de la más alta autoridad del estado, o bien
del símbolo que identifique al país en cuestión. Y esa representación (llamémosle
foto, por ejemplo) o símbolo (llamémosle bandera, por ejemplo) tiene la función
de unir a los que se sienten por él representados.
Entonces, si es razonable compartir un valor en el que todos nos
podamos sentir incluidos, ¿A qué viene el retirarlo? Seguramente, porque la
mayoría de las personas democráticamente elegidas por los habitantes de ese
territorio no se sienten representadas por lo que significa el busto (en éste caso), el retrato
o el símbolo.
Sin embargo, creo que es un error su retirada. Y no porque me pueda caer
mejor o peor la persona o institución a que se refiere el busto en cuestión, sino
porque es la representación del estado, o sea del común de todos los que lo
integramos. Por ello, entiendo que tiene que caer igual de mal (o de bien, para
verlo desde sus dos posibles puntos de vista) el retirar ese busto que
representa al rey, que retirar otro similar que aludiese a la república si estuviéramos
bajo esa forma de estado.
Por si no ha quedado claro: si aplaudimos que quiten un busto monárquico,
con la misma alegría tendríamos que aceptar que quitaran el que representase al
estado republicano.
La alternativa sería no tener representación alguna del estado en los
espacios públicos, pero yo prefiero tenerla.
Sin embargo, lo que no llego a entender por mucho que lo intento y a
pesar de todas las explicaciones que hasta ahora me han dado, es la presencia
de esos mismos símbolos civiles dentro de una iglesia y, por el mismo motivo,
la presencia de símbolos religiosos en cualquier espacio público donde nos
entran los ardores si nos quitan un busto o una bandera.
Pensaba que la Constitución decía que España es un estado aconfesional
y laico e, ingenuo de mí, creía que eso implicaba que el estado vigilaría que
sus espacios no fueran invadidos por doctrinas religiosas por respetables que
puedan ser. ¿Qué función representa un crucifijo y una Biblia en una toma de
posesión administrativa? ¿Qué representan esos símbolos religiosos dentro de un
colegio? ¿No es hora de que empecemos a quitarlos ya?
Garganta de
los Montes (Madrid), a 31 de julio de 2015