Alucinado me quedé ayer viendo
al posible candidato (Dios nos coja confesados) a presidente de los Estados
Unidos por el Partido Republicano, Donald Trump.
Y no porque sea un machista (que
lo es), impresentable (que lo es), populista (que lo es) y demagogo (que
también y muchas cosas más). Sabemos lo que se puede esperar de él: soluciones
sencillas para problemas complejos, o sea, sufrimiento para la población, los
que le voten y los demás, pero eso es cuestión de los estadounidenses. Ellos
sabrán lo que se hacen.
Sin embargo, lo que me dejó
esputefacto (sí, lo has leído bien) es ver a los demás periodistas cómo graban
que un chulo-putas, con perdón de las putas, mande a sus gorilas expulsar a un
colega y, acto seguido, en vez de largarse todos y dejarle con el micro colgando
de salva sea la parte, se queden como si no hubiera pasado nada. Vamos, de lo
más normal.
¿Tienen alguna dignidad
profesional y/o personal?
Claro que si observamos a la
mayoría de los periodistas de aquí, de las Españas, tampoco es como para
ponernos gallitos. Preguntan al político de turno, éste les responde una
gilipollez (sin perdón) y no le repreguntan. ¡¡¡ Pero si les convocan a una rueda de prensa,
les ponen un plasma con Rajoy y se corren de gusto, en vez de largarse y
dejarle plantado !!!
Toma 5 años de carrera de periodismo
y todo lo que no estudiaron en Educación para la Ciudadanía. Claro que no me
extraña, nos daban (y siguen dando a los chavales) religión.
Garganta de
los Montes (Madrid), 27 de Agosto de 2015